Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia (Hegel)

martes, 10 de enero de 2012

El brumoso origen de los herejes cátaros.

El catarismo constituye uno de los fenómenos medievales con más éxito mediático. Como siempre que esto ocurre, mucho de lo escrito sobre esta herejía aparece teñido de sensacionalismo y especulación, hasta el punto de que, a veces, resulta difícil restablecer un contorno mínimamente creíble para lo que se nos está exponiendo. Por fortuna, también contamos con sólidos investigadores y divulgadores del episodio cátaro, como Paul Labal o Zoé Oldenburg, o con historiadores, como Mercè Aventin, que han perfilado con detalle la sociedad en que arraigó esta forma de pensamiento religioso.

Aunque la herejía cátara se extendió considerablemente en el tiempo y el espacio, las fuentes que restan sobre su pensamiento son escasas, ya que casi toda su literatura fue destruida y a menudo debemos fiarnos de sus perseguidores para conocer los principales elementos de su teología y sus rituales. Otro punto que ha permanecido oscuro durante mucho tiempo es el origen de lo que, a la luz de los documentos, ya podemos definir como 'iglesia' cátara. Por lo general, se habia venido aceptando la definición del catarismo como una herejía de tipo dualista o maniqueo (basada en la contraposición de dos principios divinos: el Bien y el Mal) procedente de Asia Menor, que habría sostenido relaciones estrechas con movimientos de similar carácter, como los bogomiles del Imperio Bizantino.

Las más recientes líneas de investigación resaltan, en cambio, el carácter autóctono de la espiritualidad cátara, sus relaciones con otras noticias de grupos heterodoxos occidentales recogidas desde finales del siglo X, y su más bien tardía relación con la teología de los maniqueos. Esta es la tesis que defiende Anne Brenon en el volumen Les archipels cathares. Dissidence chrétienne dans l'Europe mediéval (Castelnaud La Chapelle: L'Hydre éditions, 2003). Un panorama sugerente, y muy ligado a la implantación del feudalismo que ya hemos tratado en otras entradas del blog, aparece en el nuevo discurso sobre los brumosos y fascinantes orígenes de la herejía cátara.