Cuanto más acuciante se hace la actualidad, mejor resulta despegarse un poco de los diarios para retornar a los clásicos. Esta es la sensación que me ha quedado tras la lectura de uno de los más populares títulos de Karl Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, del que disponía en una edición de 1982 comprada de segunda mano, pero que podéis encontrar en la red y en numerosas ediciones de bolsillo (el original es de 1852). Todo lo que se puede cuestionar a Marx como proyectista de sociedades futuras, resultaría mezquino repetirlo sobre sus estudios económicos o de política contemporánea, donde demuestra una agudeza perceptiva y una capacidad de manejar información muy notables para aquel tiempo y para los precarios medios económicos de que disponía mientras realizaba sus trabajos intelectuales.
Uno de los rasgos más notables de la política europea en la última década ha sido un decidido vuelco a la derecha, no sólo en las contiendas electorales, sino también en el bagaje ideológico que las alimenta. El predominio de los grupos conservadores, neoliberales o agresivamente populistas se ha hecho tan evidente que muchos militantes e intelectuales izquierdistas se esfuerzan por comprender una capacidad de arrastre electoral que penetra muy hondo en las clases denominadas 'populares' hasta el punto de que son también numerosos los que se consideran 'traicionados' por estos medios populares y buscan las causas que han revertido una situación que les había sido favorable, al menos por lo que hace al discurso político predominante, durante los últimos decenios.
Aunque los paralelismos históricos deben hacerse siempre con sumo cuidado, los análisis de Marx sobre otra Europa en crisis, que iniciaba el viaje desde el romanticismo izquierdista a la consolidación conservadora durante la oleada revolucionaria de 1848, pueden resultarnos de gran actualidad, y ayudarnos a utilizar nuestra capacidad de razonamiento para comprender la sociedad que 'es' y no la que queremos que sea.