Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia (Hegel)

lunes, 18 de junio de 2012

Uruguay: neoliberalismo y dictadura


La difusión del modelo económico neoliberal durante los años setenta y ochenta fue acompañado en algunos estados por la supresión de las libertades democráticas. En ocasiones así, las nuevas medidas socioeconómicas actuaron de cobertura ideológica al formularse como una promesa de desarrollo nacional. El profesor Jaime Yaffé, de Montevideo, ha estudiado su impacto en Uruguay durante el período dictatorial (Economía y dictadura en Uruguay, una visión panorámica de su evolución y de sus relaciones con la economía internacional (1973-1984). Revista de Historia (Universidad de Costa Rica), nº 61-62, enero-diembre 2010, pp. 13-35) en un artículo válido para muchos otros países, que muestra resultados de una nitidez sorprendente.

A menudo se ha querido presentar los regímenes militares latinoamericanos como el simple resultado de estrategias nacionales e imperialistas motivadas por el deseo de aplicar la nueva política económica. Cumplirían una función precursora, prolongada luego por los gobiernos democráticos que les sucedieron. Habrían así abierto el camino para configurar la actual realidad de los mercados al sur del continente. Por eso es tan importante tener una visión global de cual fue su desempeño económico y las consecuencias del mismo en el medio plazo.

Las conclusiones del profesor Yaffé indican que la economia uruguaya inició un crecimiento marcado entre 1975 y 1981, para entrar en crisis tras 1982, lo que coadyuvó al descrédito y fracaso de la dictadura. Este crecimiento, del 118%, fue “levemente superior al que se produjo en los 17 años anteriores (111%), pero notoriamente inferior al producido en los 20 que siguieron a la dictadura (171%)”. La recesión de los tres años finales devolvió los niveles de producción a los niveles de 1978 que, de todas formas, eran un 20% superiores a los de 1973, año del golpe de estado que llevó a los militares hasta el gobierno. El motor fundamental de este progreso no constituyó, en cambio, ninguna novedad, ya que se mantuvo el retroceso anterior del sector agropecuario, el crecimiento moderado del sector industrial manufacturero y un fuerte aumento del sector terciario, en concreto del mundo financiero, que pasó del 4 al 8% del PIB nacional. Uruguay se movía, pues, en la línea marcada por la 'nueva economía' que impulsaba el planteamiento neoliberal y que se presentaba como una auténtica promesa de futuro. Uno de los elementos que corroboraban la dinámica del proceso fue un importante grado de bancarización de la economía, con una estabilización en el volumen de los medios de pago corrientes y un perceptible incremento de los depósitos procedentes del ahorro y la inversión.

También se modificaron los mercados externos dle Uruguay, con “una espectacular caída de la importancia de los destinos europeos (que pasa del 62 al 22% del valor total de las exportaciones corrientes). En contrapartida aumentan las exportaciones a Argentina y Brasil” También cayeron las importaciones europeas, y se mantuvieron bastante estables las procedentes de otros países vecinos o Estados Unidos, pero no resulta muy significativo, dado el aumento del peso de las importaciones petrolíferas, fruto de las crisis de 1973 y 1979, en línea con lo que ocurría en todo el mundo desarrollado.

Los resultados, en conjunto, no reflejaron todas las promesas puestas en el nuevo sistema. Es cierto que se superó un periodo de estancamiento anterior, pero la crisis financiera de finales del periodo acabó por poer fin a la bonanza “barriendo con todos los beneficios del crecimiento cuando estos ni siquiera habían impactado positivamente sobre los niveles generales de bienestar colectivo.” La economía conoció un proceso de apertura externa, pero las importaciones crecieron a un ritmo superior a las exportaciones y al propio PBI, generando endeudamiento, “una situación con déficit comercial casi permanente que no fue compensado or el resto de las transacciones no financieras”, agravado por el hecho de que “sólo una parte menor de estos flujos estuvieron constituidos por inversiones extranjeras directas en el sector real de la economia.” Los capitales aplicados en el creciente sector financiero no crearon significativamente empleo y, en cambio, incrementaron los niveles de endeudamiento externo, como sucedió en otros casos latinoamericanos por la misma época.

Lo más interesante es que el tamaño del Estado no disminuyó, en contra de lo predicado. Todo ello provocó una tasa de inflación elevada que no logró ser controlada en ningún momento, mientras se incrementaba el desempleo. “Los valores reales de los salarios cayeron en picada desmintiendo toda especulación acerca de los supuestos automatismos del mercado cuando los trabajadores son privados de sus organizaciones.” Esta economía altamente dolarizada y endeudada con el exterior fue sacudida por la salida masiva de capitales y las crisis financieras externas de México y Argentina. Los militares y sus colaboradores civiles “se abocaron, con la asistencia del FMI, a asegurar la supervivencia del sistema financiero. Y efectivamente lo lograron (...) La banca había sobrevivido al temporal financiero que hizo estragos en las variables reales de la economía”.

Tras leer estas páginas, y teniendo en cuenta lo que constatábamos en la entrada anterior sobre la economía de Estados Unidos y lo que está sucediendo actualmente en la economía europea, no resulta difícil percatarse de que Uruguay constituyó, no un mal ejemplo, sino un discípulo aplicado de los nuevos vientos que han soplado sobre la economía mundial en los últimos cuarenta años. Independientemente de los sistemas democráticos o dictatoriales en que se implantara, la 'nueva economia' parece haber arrojado resultados similares, con el despliegue inicial de nuevas formas productivas, pero con un crecimiento limitado del comercio, la industria y el empleo, fuerte endeudamiento exterior y una influencia del sector financiero que conllevaba dependencia de las crisis externas y de los organismos prestatarios. Un Estado que no se reducía sino que se ponía al servicio de los pujantes intereses bancarios. Paralelismos demasiado evidentes para ser pura coincidencia.

1 comentario:

  1. Está bien esta reflexión. Yo creo que los ciclos económicos -también se dice arriba- son independientes de los regímenes políticos, por lo que podemos encontrarnos con dictaduras con éxito económico si la coyuntura es favorable y a la inversa. Leí hace tiempo a Gabriel Tortella decir que en economía, cuando algo se arregla, se estropea otro factor; es decir, que los sistemas económicos o combaten una cosa u otra: sabido es que una tasa de paro 0 elevaría mucho los salarios... Siempre he desconfiado de "terceras vías" o "nuevas economías". Lo cierto es que el mundo está pendiente de algo realmente extraordinario, quizá derivado de las nuevas tecnologías, para que surjan verdaderos teóricos que movilicen en direcciones novedosas a las poblaciones. Estos teóricos, hoy por hoy, creo que no existen. Un saludo.

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