Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos de la historia (Hegel)

martes, 29 de noviembre de 2011

La influencia de Estados Unidos en la emancipación hispanoamericana

En historia, como en casi todo, lo evidente suele ser tan sólo una parte de la verdad, y a menudo no la más importante. De esta manera, las deducciones fáciles pueden convertirse en un espejo deformado que dificulta la percepción de la realidad. Una de las funciones del historiador es desvelar los factores ocultos que pasan desapercibidos. En el relato sobre la disolución del imperio español en América, siempre aparece una mención al ejemplo que para la emancipación de los nuevos estados supusieron la lucha por la independencia de las colonias norteamericanas, la constitución federal de los Estados Unidos y las ideas de libertad y democracia que la hicieron posible. Lógico, ya que se trata de un hecho histórico inmediatamente anterior, y los 'padres de la patria' hispanoamericanos compartieron con sus homónimos del norte numerosas referencias.

Pero se trata de una mención nada inocente. De alguna manera, sitúa a los norteamericanos a la cabeza de un proceso que, convertido su país ahora en primera potencia mundial, ellos hicieron 'ex novo' y muy bien, mientras que las nuevas repúblicas hispanoamericanas serían una suerte de imitaciones de menor rango, con dirigentes incapaces de aplicar correctamente el modelo y sumidas en querellas intestinas que impidieron su progreso. Los políticos estadounidenses de la época compartían ya plenamente tales ideas, alimentadas por sus prejuicios raciales y religisosos

Esta visión mecánica y simplista es rebatida en un reciente artículo del profesor Jaime E. Rodríguez, de la universidad Irvine de California, aparecido en la Revista de Indias (2010; vol. LXX, nº 250, pp. 691-714) con el título "Sobre la supuesta influencia de la independencia de los Estados Unidos en las independencias hispanoamericanas". Sus consideraciones explican muchas cosas, no solo respecto a la relación que menciona, sino sobre los motores que impulsaron las rupturas con la Monarquía española.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El incoherente liberalismo de Salvador de Madariaga.

Un analista encabezaba hace unos días su artículo, publicado en diarios de gran tirada, con la frase "Europa hierve en el desconcierto". La crisis financiera que se arrastra desde 2007 no encuentra una luz al final del túnel, y los partidos tradicionales empiezan a ser sustituidos por ejecutivos tecnocráticos -los mismos 'expertos' que nos han conducido hacia la crisis- mientras la creciente marea de ultraderecha va infiltrando sus hombres en los ministerios de diversos países, sea en gobiernos de coalición -como en el caso de Dinamarca-, con el apoyo de los nuevos primeros ministros 'tecnicos' -como en Grecia-, o formando parte de la base social y los cuadros de partidos democráticos conservadores -como en España, donde el voto sociológicamente 'ultra' del Partido Popular ha crecido un 70% en los últimos cuatro años-. Mientras tanto, en América, la creciente estabilidad económica no se ve acompañada siempre por la estabilidad política, y la erosión del estado democrático y de sus funciones cotidianas -debido a la corrupción y la delincuencia- puede socavar derechos fundamentales de las personas con tanta o más fuerza que las dictaduras autoritarias.

En este contexto, el estudio del periodo de entreguerras (1919-1939) constituye algo más que un ejercicio académico, y alimenta la reflexión que cabe hacer cuando las bases mínimas de la organización política, tal como hasta ahora se entendía en los países socialmente más desarrollados, son puestas en entredicho. Siempre existe el riesgo de que los soportes tradicionales se hundan, y también que del fracaso de los sistemas establecidos no surja algo mejor.  Reflexiones de este tipo -no necesariamente pesimistas- me han llevado a rescatar un viejo artículo de Pedro C. González Cuevas, profesor de Ciencias Políticas, un buen ejemplo él mismo de supuesto activista liberal cada vez más inclinado al conservadurismo de 'ala dura', donde se analizaban precisamente los coqueteos de Salvador de Madariaga -en el pasado un referente del liberalismo español antifranquista- con los conceptos fascistas del 'nuevo estado' y la 'democracia orgánica'. Salvador de Madariaga y la democracia orgánica (Historia 16, nº 127 (1986), pp. 27-31). Después de conservarla durante veinticinco años, considero esta aportación de más actualidad que nunca.

viernes, 11 de noviembre de 2011

1919. El año en que todo fué posible.

Son escasos los momentos en que cambiar el curso de la historia, abrir las puertas a la utopía y partir casi de cero parece posible. Y aún son más escasas las circunstancias en que se lo parece a casi todo el mundo. La conferencia de paz de Paris en 1919 fue uno de esos acontecimientos privilegiados. Europa, la rica, culta y poderosa Europa, que durante el siglo XIX había dominado el mundo, acababa de desgarrarse y desangrarse por querellas y motivos que, desde la distancia -física o temporal-, parecen ridículos. Una generación entera de grandes políticos y avezados diplomáticos no había sabido prevenir la catástrofe. Pero la victoria de los Aliados, la Revolución Rusa, y, particularmente, la entrada en guerra de Estados Unidos, a tambor batiente, con la promesa de erigir un nuevo sistema internacional que renunciara a la diplomacia secreta y abriera las puertas a la autodeterminación y la democracia, desataron miles de aspiraciones, y el deseo de que todo fuera nuevo tras la "guerra que había de poner fin a todas las guerras". Los sueños pronto se darían de bruces contra una realidad extremadamente compleja, contra la diversidad de ambiciones y pareceres, y contra los viejos fantasmas del imperialismo, el nacionalismo y la religión. Todo esto es lo que explica, con un brío narrativo destacable la profesora Margaret Macmillan en París, 1919. Seis meses que cambiaron el mundo (Barcelona: Tusquets, 2011; edic. orig. 2001). Ha pasado prácticamente un siglo, pero en sus páginas podemos hallar claves para entender realidades y problemas (Irak, Siria, Kurdistán, Rusia, Líbano, China, Serbia, Grecia, Palestina, Turquía, las relaciones intraeuropeas...) que siguen resonando con plena actualidad.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Documental prometedor.

No suelo estar muy al caso de novedades, pero la amiga Cristina Pancorbo me comenta que el próximo lunes día 7 se estrena en Canal + Xtra, a las 22:00 horas, el documental  “Cooking History”. Fue galardonado con el Premio Especial del Jurado en Hot Docs y candidato al mejor documental europeo en 2009. En él se cuentan las guerras europeas del siglo XX a través de los cocineros de los ejércitos. El hilo conductor de la película son once recetas de cocineros que vivieron la Segunda Guerra Mundial, la reciente  guerra de los Balcanes, en las invasiones rusas a Hungría y a Checoslovaquia, en la independencia argelina de la colonización francesa y en la resistencia chechena que aún continúa. Se puede ver un avance en http://www.youtube.com/watch?v=iO42wQ0Qr5U. Tuve ocasión de verlo hace más de un año y algunas escenas son para sensibilidades fuertes, pero resulta un formato muy original para aproximarse a las vivencias de estos conflictos.